
Los Manyos, Cajón del Maipo, Chile. Una de mis primeras salidas a escalar a roca.
¡Hola escalador! Mi nombre es Cristopher Meyers y con este post me gustaría aportar a quienes tienen curiosidad por saber cómo iniciar en la escalada o cómo entrar en este mundo que a veces pareciera ser muy cerrado. El camino que yo seguí es uno entre las infinitas formas en que cualquiera podría hacerlo, sólo es necesario un interés inicial y motivación durante el camino. Ok, a por ello.
Mis inicios en la escalada se remontan al año 2013, pero esperen, no comenzaré desde aquí.
Del campo a la ciudad
Terminé mis estudios en el colegio en Coyhaique, en mitad de la patagonia. Era un alumno aplicado por lo que logré entrar a una buena universidad para continuar con mis estudios con ayuda económica del Estado. Así que dejando a mi familia atrás me mudé a la zona centro de Chile.
Al inicio de este período universitario comencé a tener problemas vocacionales, no me sentía cómodo con lo que estaba estudiando y no tenía ni idea de lo que quería hacer en el futuro. El hecho de salir de mi casa, de mi burbuja, a conocer nuevas realidades fue muy impactante para mí. Había demasiadas cosas que no entendía en absoluto, por lo que comencé a sentir la necesidad de entender el mundo. Esto me llevó a cambiarme de carrera. Lo más extraño de esto es que mientras más estudiaba menos entendía el mundo. Hoy en día tengo la certeza de que lo extraño en realidad somos los seres humanos, pero bueno, eso es otra historia.
Seguía con muchas dudas, mi atención de desviaba fácilmente hacia cualquier cosa. Viviendo en Santiago (de Chile) conocía cada vez a más personas y cada cual más diferente a la otra. En esos tiempos estaban de moda las tribus urbanas y el centro de la capital se llenaba de “pokemones”, que por lo que veía era una forma de vestirse y peinarse bien particular que me causaba impresión. Además, todo funcionaba de forma muy acelerada, las personas siempre estaban apuradas, algo que no era común para un provinciano como yo.
El muro de escalada
Así estaba mi mente, adaptándose a este estilo de vida y a esta avalancha de nuevas experiencias.
De pronto mi atención se desvió (dentro de la facultad en que estudiaba) hacia una muralla de madera de aproximadamente 12 metros de altura y en la cual habían apernadas unas cosas raras con diferentes formas (las presas de escalada) que usaban algunos compañeros para subir con ayuda de una cuerda. Era un muro de escalada (del cual, unos años después, yo mismo caería para luego irme directo a urgencias al hospital).
Este muro estaba al lado del gimnasio al cual estaba asistiendo periódicamente, por lo que empecé a fijarme cada vez más en l@s compañer@s que escalaban y que a veces caían y quedaban colgando de la cuerda. Mientras tanto, yo continuaba yendo al gimnasio y pensaba en lo aburrido que era pero me lo mamaba porque quería ser musculoso, aunque lo que más hacía era subir en la trotadora y ahí estaba unos 40 minutos. A veces tenía la fortuna de correr y al mismo tiempo mirar a los escaladores, hasta que un día me decidí a tomar el curso de escalada deportiva que se impartía en la universidad.
Primer intento
Sin embargo, no fue tan fácil como esperaba. Si los cursos eran muy demandados, se los asignaban a los postulantes que tenían mejor ranking de notas y como mi rendimiento académico no era precisamente como lo era en el colegio y además los cupos eran reducidos, pasé aquel semestre sin poder tomar el curso de escalada deportiva. Luego vino el semestre siguiente y tampoco me lo dieron.
Cada vez me entraban más ganas de escalar el bendito muro y de conocer este deporte, pero como no tenía ni idea sobre él ni tenía amigos relacionados con esta disciplina que pudieran guiarme, no se me ocurría otra forma de adentrarme en este mundo y me estaba desesperando. Al siguiente semestre decidí hacer el curso de escalada deportiva por fuera de la universidad aprovechando que tenía ahorrado un poco de dinero destinado a comprar una moto en el futuro (por supuesto, la moto se fue al carajo).
Escuela Nacional de Montaña

De esta forma, investigando un poco, llegué a principios del año 2013 a la Escuela Nacional de Montaña (ENAM) de la Federación de Andinismo de Chile (FEACH) donde hice el curso de escalada deportiva 1 y donde se abrió ante mis ojos un mundo increíble, alucinante y hermoso.
Aquí no solo pude, al fin, probar la escalada en muro artificial, sino que me llevaron a mis primeras salidas a escalar a roca. Además de conocimientos técnicos respecto al deporte y equipamiento (la seguridad ante todo), nos proporcionaron inspiración pues nos mostraban vídeos de algunos de los escaladores más fuertes del mundo en aquel entonces, entre los que estaban Chris Sharma y Adam Ondra. Claramente en ese momento, quienes estábamos comenzando a escalar no le tomábamos el peso real a los logros que conseguían exponentes como estos en la escalada deportiva. Cuando ya llevábamos más tiempo, un amigo me dijo que no siguiéramos viendo esos vídeos porque eran muy mágicos ¡quién iba a pensar que yo lograría encadenar un 9a! Mentira, por el momento esa sigue siendo una de mis fantasías más utópicas. Ya hablaremos de los grados de dificultad de la escalada deportiva en otro post.
¿Quieres empezar a escalar?
Si eres nuevo en este deporte o recién te estás enterando, te puedo decir que para empezar basta con tener disponible un pequeño muro de escalada cerca o una roca y de esta manera practicar boulder (o bulder). Idealmente debes tener un par de zapatillas de escalada, también conocidas como pies de gato. Y si te transpiran las manos, considera adquirir magnesio. Con eso, y motivación, ya estás al otro lado para empezar a disfrutar de este deporte ¡ah! y muy importante también es hacerte de amigos con la misma motivación.
En el curso me hice de amigos que llegaron a ser mis cordadas y con los cuales pude aprender, progresar y adquirir experiencia. Por si no lo sabías, una cordada es tu compañero con el que vas al cerro a mandarte unos pegues. Y por si no lo sabías, un pegue es un intento de escalar una vía o ruta de escalada.
El Cajón del Maipo
Como les contaba, durante el curso en la ENAM tuve mis primeras salidas a escalar a roca, lo cual hicimos en uno de los lugares épicos de escalada en Chile, el Cajón del Maipo. Mi primera vez fue en las Palestras del Manzano en que escalé una ruta escuela graduada en 5.7 (extremadamente fácil). Aquella vez supe de inmediato que nunca dejaría este deporte, encontré la sensación que siempre estuve buscando, similar a mis experiencias descubriendo la naturaleza cuando era un niño en la patagonia. Sentía una conexión real con la roca y se lo dije a Claudio, mi profesor instructor, apenas bajé de la vía.
Terminando el curso
En la última salida del curso fuimos a Los Manyos, que también se encuentra en el sector El Manzano del Cajón del Maipo. Para llegar a la zona de escalada, en este caso, hay que hacer un trekking de alrededor de una hora bastante intenso. A algunos no les gusta pero a mí me fascinaba y cada vez que iba a escalar ahí, disfrutaba tanto del trekking como de los pegues. Escalar vías más duras, al principio, me causaba más miedo y sufrimiento que disfrute. En realidad nunca he dejado de sentir miedo, especialmente cuando se trata de una vía que está en mis límites, pero pronto deja de ser un sufrimiento, aprendes a disfrutar con miedo y todo.
Esta última salida del curso quería disfrutarla al máximo y lo estaba haciendo hasta que me tocó armar la reunión al final de la vía, que era una ruta escuela graduada en 5.8. Logré llegar hasta arriba pero me enredé y me confundí al intentar armar la reunión. Me estaba demorando siglos por lo que el instructor subió por otra vía y vio que había enganchado mosquetón con mosquetón. Entonces me empapeló en palabrotas hasta que casi me dejó llorando. Y así se arruinó mi última salida a terreno del curso. Al regreso pasamos por unas empanadas en un negocio local del Cajón pero no pude levantar el ánimo. De todas formas aprendí la lección: mosquetón con mosquetón, ostión.
La revancha
Un año después de haber hecho el curso en la ENAM y de estar escalando constantemente, postulé nuevamente al curso de escalada que se impartía en la facultad de mi universidad y esta vez ¡me lo dieron! Así que me di el gusto de hacer el curso de escalada deportiva por segunda vez y me sirvió mucho para mejorar otros aspectos. Todo suma. Pero lo más valioso fue seguir conociendo a otros escaladores que disfrutaban este deporte tanto como yo.
La comunidad de escaladores
Al fin tenía certeza de algo en mi vida y era que quería seguir escalando por todo el tiempo que pudiera cada vez que tuviera la oportunidad. Además, por fin sentía que tenía algo en común con otras personas. Me sentía parte de una comunidad, una comunidad que al estar compartiendo entre sí, no discrimina ni por raza, ni por religión, ni por sexo, ni por política, ni por nacionalidad y que además respeta la naturaleza. Así es como lo siento personalmente y lo siento así porque lo he vivido. Eso sí, hay un punto negro que quisiera mencionar respecto a los escaladores y es que algunas veces el ego nos juega una mala pasada y esto afecta en nuestro rendimiento y en nuestra relación con otros escaladores. Son detalles, pero bueno, nadie es perfecto.
Regalo para escaladores
Al final de cada uno de nuestros post daremos una idea de qué regalar a un escalador y/o escaladora.
En este caso, para un escalador(a) que está recién comenzando, un casco es el regalo perfecto. La seguridad en la escalada deportiva es fundamental y el casco de escalada no puede faltar.
¡A encadenar!